2024 Meditaciones de Cuaresma: Febrero 19-25
LUNES 19 DE FEBRERO
Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a mí.
Mateo 25:35–36
Me crie en un pueblito de Texas en los años 80 y 90. Allí había formas de cristianismo que ponían mucho énfasis en el juicio de Dios. Por sorprendente que parezca, mis primeros encuentros con gente cristiana ocurrieron con personas obsesionadas con el arrebatamiento que trataban de “salvarme” del fuego del infierno. Naturalmente estas experiencias me resultaron fascinantes y extrañas.
En contraste, Mateo 25:31-46 me da consuelo y sanación. En ese pasaje Jesús nos presenta una imagen diferente de cómo Dios nos juzgará. Jesús describe el momento en que Dios separará las ovejas de los cabritos, pero el criterio que usará en su juicio es la manera en que tratamos a “estos mis hermanos más pequeños” durante nuestra vida terrenal. El texto menciona específicamente grupos que siguen siendo vulnerables hasta hoy: la gente hambrienta, sedienta, enferma y encarcelada.
Aunque Jesús no dice nada de los muchos temas que tanto enardecían a mis compañeros de la adolescencia, habló con elocuencia acerca de servir a nuestros vecinos más vulnerables: “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mateo 25:40).
Lecturas de hoy
Salmo 19:7–14 | Levítico 19:1–2,11–18 | Mateo 25:31–46
¿Qué sientes cuando piensas que en este texto sobre el juicio de Dios, Jesús se identifica con “estos mis hermanos más pequeños”?
MARTES 20 DE FEBRERO
Ustedes, pues, oren así.
Mateo 6:9a
Un tema frecuente de Cuaresma es arrepentirse y pedirle a Dios perdón por nuestros pecados. Pero la lectura de hoy invierte los papeles e invita la pregunta: ¿en qué medida perdonamos nosotros a los demás?
En el Evangelio de hoy (Mateo 6:7-15), Jesús les enseña a sus seguidores a orar. Nos dice que no oremos “como los paganos”, que se llenan la boca de palabras. Nos dice que oremos usando la fórmula simple y directa que hoy llamamos el padrenuestro.
Al final de la versión del padrenuestro que aparece en Mateo, Jesús vuelve a destacar que perdonar a otros está vinculado con ser perdonado por Dios: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará a ustedes”.
Esto crea un problema para gente que, como yo, insiste en ser firme en su indignación. Soy un pensador bastante creativo, y eso me permite encontrar todo tipo de razones para no perdonar. ¿Cómo puedo perdonar a quien nunca admite sus errores? ¿Cómo puedo perdonarlo si su conducta no cambia en nada?
Aunque esas son buenas preguntas, Jesús afirma que el acto mismo de perdonar se vuelve para nosotros gracia salvadora. Es por nuestro propio bien que Jesús nos manda perdonar.
Lecturas de hoy
Salmo 34:15–22 | Isaías 55:6–11 | Mateo 6:7–15
Aunque reconozcamos que la gente es responsable por sus acciones, ¿cómo podemos aplicar en nuestras vidas lo que Jesús dice acerca de perdonar a los demás? ¿Podrías hoy dar un primer paso para perdonar a alguien que te ofendió?
MIÉRCOLES 21 DE FEBRERO
Crea en mí, Dios, un corazón limpio y renueva en mí un espíritu recto.
Salmo 51:11
El pasaje de hoy viene del libro de Jonás, un profeta que proclama a los habitantes de Nínive que Dios los destruirá. Jonás se asombra de ver que el rey y el pueblo lo escuchan y cambian su manera de ser. ¡La cosas casi nunca salen así! Casi siempre, en la Biblia, los profetas predican a gente dura de corazón. Pero Nínive sí se arrepiente, y Dios “desistió del mal que había determinado hacerles” (Jonás 3:10). Dios no destruye la ciudad y todos quedan felices.
Bueno, casi todos: el único descontento es el mismo Jonás. Jonás había profetizado destrucción, pero la clemencia de Dios hizo que Jonás quedara como un tonto. Dios obtuvo lo que deseaba y Nínive se salvó, pero la credibilidad y el orgullo de Jonás acabaron arruinados.
Parte del motivo por el que me encanta el libro de Jonás, y en particular esta historia, es porque es parte de una tradición en la que Dios nos hace quedar como los insensatos de la historia. Esto dio origen a la tradición cristiana de “los locos de Dios”; inspirada en el libro de Jonás, en esta senda espiritual el imitar a Cristo nos hacía locos ante la sociedad, pero en una especie de locura santa que se basaba en el amor de Dios.
Lecturas de hoy
Salmo 51:11–18 | Jonás 3:1–10 | Lucas 11:29–32
La verdad es que seguir a Cristo puede de vez en cuando parecer una decisión alocada o insensata. Pero, ¿podría ser también una manera de identificarse más profundamente con figuras como Jonás o el mismo Jesús, que caminaron en los márgenes de la sociedad?
JUEVES 22 DE FEBRERO
Así que, todo lo que quieran que hagan los hombres por ustedes, así también hagan por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas.
Mateo 7:12
La lectura de hoy, de Mateo, contiene el conocido principio moral de Jesús que llamamos “la regla de oro”, y que aparece en muchas religiones y filosofías del mundo: “Así que, todo lo que quieran que hagan los hombres por ustedes, así también hagan por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas” (Mateo 7:12).
En los siglos que transcurrieron desde que Jesús hiciera esta declaración, muchas maestras y maestros cristianos han reflexionado profundamente en esta enseñanza y ofrecido su propia versión. Mi versión favorita viene de Lactancio. En su libro Instituciones Divinas, este teólogo del siglo IV explora cómo las enseñanzas de Jesús inciden sobre la vida pública y la justicia. Sabiendo cuánto valoraba la sociedad romana a la familia, Lactancio les propuso a sus compatriotas esta versión de la regla de oro: “¿Dónde tiene más sentido la justicia que en darles a los extraños, por
humanitarismo, la ayuda que, por afecto, le damos a nuestros parientes?”. Así Lactancio les pedía a los romanos que le dieran a las familias necesitadas lo que tan liberalmente le proporcionaban a las suyas propias.
Lecturas de hoy
Salmo 138 | Ester (deut.) 4:17k–17n,17r–17t | Mateo 7:7–12
En muchas culturas se suele definir estrictamente quién es familia y quién no. Sin embargo, Dios nos invita a preguntarnos: ¿no son, en cierta medida, todas las niñas y niños del mundo también hijos nuestros? ¿Cómo podríamos extender nuestra definición de familia para “darles a los extraños por humanitarismo”?
VIERNES 23 DE FEBRERO
Reconcíliate pronto con tu adversario mientras estás con él en el camino; no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel.
Mateo 5:25
En la lectura de hoy del Evangelio de Mateo, Jesús advierte sobre la ira, los rencores y las enemistades latentes. El Jesús que encontramos aquí es un pacificador práctico. En lugar de tratar de resolver los conflictos con actos de venganza o a través de un sistema judicial imperfecto, insta a sus seguidores a buscar primero una resolución pacífica, incluso si eso significa literalmente hacerlo de camino a los tribunales.
Los eruditos bíblicos señalan con frecuencia que Jesús le estaba hablando a una sociedad obsesionada con cuestiones de honor y de vergüenza. Si bien esta es una generalización, no era raro que los insultos se “resolvieran” con actos vengativos. Y sorprende que Jesús describa el veredicto del juez como arbitrario: culpable o no, hasta los inocentes pueden tener que pagar caro: “De cierto te digo que jamás saldrás de allí hasta que pagues el último centavo” (Mateo 5:26).
Jesús promueve un cambio de cultura. Al ver cómo su comunidad sigue cayendo en una espiral de violencia, y cómo un sistema judicial corrupto rara vez hace justicia, Jesús insta a avanzar por vías pacíficas. Es un consejo práctico radical que sigue resonando hasta nuestros días.
Lecturas de hoy
Salmo 130 | Ezequiel 18:21–28 | Mateo 5:20–26
Conflictos de todo tipo nos rodean a diario. ¿Cómo podemos promover hoy la paz?
SÁBADO 24 DE FEBRERO
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho. En esto es glorificado mi Padre: en que lleven mucho fruto y sean mis discípulos.
Juan 15:7–8
El verano pasado, en un tren lleno de gente, oí a un joven de unos 20 años denunciar en voz alta lo perezoso que se había vuelto el mundo. Hablando con su novia, denunció a quienes se tomaron una semana debido a una enfermedad y declaró que él nunca lo había hecho y su padre tampoco. Declaró que la gente de grandes triunfos y alto rendimiento no se toma tiempo libre.
Yo comencé a buscar cómo alejarme o distraerme para no tener que aguantar tanta bravuconería.
Menciono todo esto porque nos rodea la idolatría de la productividad. Sin embargo, el Evangelio da una definición diferente de “dar fruto”. En las lecturas de hoy, Jesús ofrece hermosas imágenes orgánicas. Se describe a sí mismo como la vid verdadera y a Dios como el labrador, y dice que quienes permanecen en el amor de Dios dan mucho fruto.
Jesús habla de “permanecer” en Dios—no de “tener logros”, ni “subir de nivel” ni “alcanzar el éxito” en Dios. Todo lo que Jesús pide hoy es que permanezcamos y seamos como árboles plantados junto a corrientes de agua, confiando en que daremos fruto a su debido tiempo.
Lecturas de hoy
Salmo 15 | Hechos 1:15–26 | Filipenses 3:13–21 | Juan 15:1,6–16
En medio de tanta obsesión con la eficiencia y la productividad, ¿qué significa permanecer y dar fruto en el tiempo de Dios?
SEGUNDO DOMINGO EN CUARESMA, 25 DE FEBRERO
Concédenos, Dios de justicia, el ánimo de pensar y hacer siempre lo justo; y así nosotros, que sin ti no existiríamos, recibamos de ti el poder de vivir de acuerdo a tus deseos; por Jesucristo nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, ahora y siempre.
Amén.
El Libro de Oración Común, p. 128
Lecturas de hoy
Salmo 22:22–30 | Génesis 17:1–7,15–16 | Romanos 4:13–25 | Marcos 8:31–38